DEL SATIRICÓN
María
Luisa Arnaiz
Pavel Tchelitchev
“Cuando me llevaron a Asia al servicio de un
cuestor, encontré alojamiento en Pérgamo. Viviendo a gusto allí, no solo porque
la vivienda era confortable sino también gracias al bellísimo hijo del
anfitrión, me ingenié la manera de no infundir sospechas al señor de la casa.
Por ello, cada vez que en una conversación se hacía mención de la pederastia,
me ponía intensamente pálido y, con tan severa tristeza me negaba a que
ultrajasen mis oídos con palabras obscenas, que la madre me miraba como si
fuese un filósofo. Yo ya había empezado a llevar al mozalbete al gimnasio, a
organizarle los estudios, a enseñarle y prevenirle, con el fin de que no se
admitiese en casa a ningún depredador sexual.
Estábamos echados por ventura en el
comedor…cuando a eso de la media noche me di cuenta de que el chaval estaba
despierto…lo acosé con algunos besitos…La noche siguiente...me atraqué con todo
su cuerpo, excepto llegar al orgasmo…A la tercera …”
Petronio, “El satiricón”
No es para menos
ResponderEliminarEl relato de hoy da para mucho, Un abrazo
ResponderEliminarA ese texto hay que ponerle lo menos lo menos tres rombos...
ResponderEliminar:)
Salu2, Mª Luisa.
La ilustración no puede ser más tentadora.
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