domingo, 6 de abril de 2014

LEYENDA URBANA

HELARTE DE AMAR

María Luisa Arnaiz

Steven Meisel (fotografía)

   En las películas basta una mirada o una tenue insinuación, para que dos desconocidos terminen haciendo el amor en un elevador o en cualquier pensión de mala muerte. Por eso elegí una mesa de esta cafetería de señoras cursis, para mirar con lánguida insistencia a las desconocidas que más me gustan. Al principio no me hacían caso y más de una se marchó ofendida, pero después de tantos años de venir todas las tardes, ahora son ellas las que me devoran con los ojos.  Especialmente desde que corrió el rumor de que solo soy un casto anciano que enloqueció de amor cuando su novia murió atropellada antes de entrar a la cafetería. No sé cómo empezó todo, pero he terminado convertido en una leyenda urbana y sentimental. Mejor, porque en realidad me excita que me rebañen con la mirada, que fantaseen con mi vida y que me regalen sus poemas guarros. De joven me hubiera gustado acostarme con cualquiera de esas desconocidas, y ya de viejo me basta con saber que podría tirármelas a todas.

Fernando Iwasaki, “Helarte de amar”

11 comentarios:

  1. Me ha pillado este relato. Llevaba tiempo queriendo leer algo de él y mira por donde....
    Voy a buscarme algo,ya veré.

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  2. Me ha encantado este escrito Mª Luisa, hasta el título me parece exquisito. Está claro que a cada momento de la vida nos satisfacen cosas distintas, pero tiene que ser un "puntazo" llegar a viejo y sentir las babas alrededor jajajaja. Un abrazo grandeeee!!!!

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  3. Muchos sueñan con un amor de película, y solo dura dos horas. Será por eso, por la brevedad.
    Si el relato es genial, el final es un regalo. Abrazos

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  4. De sueños también se vive... (no solo de aire) y estos son sueños vitales. Me ha gustado ¡¡¡ musho !!!

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  5. EGs verdaderamente triste llegar a viejo. ! Que le vamos a hacer!
    Un abrazo.

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  6. El caso es no acertar. Lástima.
    Salu2, Mª Luisa.

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  7. El humor erótico de Iwasaki, siempre me llamó la atención por el tratamiento, el juego de palabras de los títulos y por esos finales que casi componen pequeñas moralejas.
    Un abrazo

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