HELARTE
DE AMAR
María Luisa Arnaiz
Steven Meisel (fotografía)
En las películas
basta una mirada o una tenue insinuación, para que dos desconocidos terminen
haciendo el amor en un elevador o en cualquier pensión de mala muerte. Por eso
elegí una mesa de esta cafetería de señoras cursis, para mirar con lánguida
insistencia a las desconocidas que más me gustan. Al principio no me hacían
caso y más de una se marchó ofendida, pero después de tantos años de venir
todas las tardes, ahora son ellas las que me devoran con los ojos.
Especialmente desde que corrió el rumor de que solo soy un casto anciano
que enloqueció de amor cuando su novia murió atropellada antes de entrar a la
cafetería. No sé cómo empezó todo, pero he terminado convertido en una leyenda
urbana y sentimental. Mejor, porque en realidad me excita que me rebañen con la
mirada, que fantaseen con mi vida y que me regalen sus poemas guarros. De joven
me hubiera gustado acostarme con cualquiera de esas desconocidas, y ya de viejo
me basta con saber que podría tirármelas a todas.
Fernando Iwasaki, “Helarte de amar”
Buen micro, lleno de humor.
ResponderEliminarUn beso.
Me ha pillado este relato. Llevaba tiempo queriendo leer algo de él y mira por donde....
ResponderEliminarVoy a buscarme algo,ya veré.
Ay! reconozco a un amigo mío!
ResponderEliminarLo que hace el tiempo
ResponderEliminarY el físico
Me ha encantado este escrito Mª Luisa, hasta el título me parece exquisito. Está claro que a cada momento de la vida nos satisfacen cosas distintas, pero tiene que ser un "puntazo" llegar a viejo y sentir las babas alrededor jajajaja. Un abrazo grandeeee!!!!
ResponderEliminarMuchos sueñan con un amor de película, y solo dura dos horas. Será por eso, por la brevedad.
ResponderEliminarSi el relato es genial, el final es un regalo. Abrazos
Buenísimo!
ResponderEliminarDe sueños también se vive... (no solo de aire) y estos son sueños vitales. Me ha gustado ¡¡¡ musho !!!
ResponderEliminarEGs verdaderamente triste llegar a viejo. ! Que le vamos a hacer!
ResponderEliminarUn abrazo.
El caso es no acertar. Lástima.
ResponderEliminarSalu2, Mª Luisa.
El humor erótico de Iwasaki, siempre me llamó la atención por el tratamiento, el juego de palabras de los títulos y por esos finales que casi componen pequeñas moralejas.
ResponderEliminarUn abrazo