POEMA DE AMOR Y MUERTE
María Luisa Arnaiz
Renso Castaneda
Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando
llega!...
¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?
Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de la sierra.
¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón tan
bella!
¿Hay zarzas florecidas
entre las grises peñas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?
Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.
Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las
abejas
libarán del tomillo y el romero.
¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan
violetas?
Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,
¿tienen ya ruiseñores las riberas?
Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra…
Antonio Machado, “A José María Palacio”
Renso Castaneda
Antonio Machado
fechó este poema en abril de 1913. Estaba en Baeza, hacía ocho meses que había
muerto Leonor y era primavera aunque se diera “tarda” en Soria. Con la certeza del eterno retorno y transido de
emoción ante el reverdecer de la naturaleza, renueva su amor por la ausente y
pide a un amigo que visite la tumba de su mujer. El paisaje, en el que se
funden flora, fauna y humanidad, no es un decorado sino la constatación del
inexorable paso del tiempo, tiempo que fluye como el “Duero” y espacio que permanece como el “Moncayo”. Las sensaciones cromáticas, auditivas y olfativas que el
yo poético evoca embriagan los sentidos y pueden hacernos desear desaparecer en
el cosmos en “una tarde azul”, presentimiento
de la muerte para Machado, al que se le descubrió en un bolsillo este su último
verso: “Estos días azules y este sol de
la infancia”.
Bonsoir,
ResponderEliminarQuel plaisir à chaque fois renouvelé lorsque j'entrouvre la porte de votre univers.
Gros bisous à vous.
Un espacio fantástico el que ocupa Machado. Sensibilidad premonitoria
ResponderEliminarEsa primavera que todo hace renacer. ¡Qué triste no poderla compartir!
ResponderEliminarSalu2, Mª Luisa.
Hasta la muerte en sus versos cobra otra dimensión.
ResponderEliminarLa primavera fue la que trajo algunas hojas verdes al viejo olmo, destinado a la muerte por ojos de mortales, pero, ¡qué poco sabemos los mortales sobre la vida y la muerte!. Trazamos vidas de muerte y nos ensañamos. Aunque ¡somos muy buenos!
ResponderEliminarEmocionado, apasionado, nostálgico...me faltan palabras para describir lo que habrá sentido Machado al escribir estos versos a su amigo Palacio, quien deberá visitar la "tierra" de Leonor, la mujer fallecida.
ResponderEliminarImpresiona el modo en que pregunta sobre el brotar de la Primavera ¿Habrá estado ya enfermo y deprimido, sin ánimo para salir y admirar con los propios ojos tan bello panorama?
Brillante obra, gracias por compartirla. Abrazos!
!Hola,Marisa!
ResponderEliminarIncluso el canto a la muerte adquiere belleza.Precioso el post.Excelso machado.Muchos besitos.
¡¡ Qué fuerte!! (Un GRANDE, Machado) Gracias.
ResponderEliminar...simplemente es Machado ;)
ResponderEliminarNecesitaba leer un poema y me da por visitar tu blog. Machado...¡Siempre Machado! Me gusta cómo escribe, pero sobre sobre todo cómo piensa. Me llena de ternura y de nostalgia. De tristeza a veces...
ResponderEliminarAbrazos.
Precioso.
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