EN LAS REDES DEL AMOR

ARTE CELESTINESCO II

María Luisa Arnaiz

Juan Carlos Manjarrez

   En el acto primero, escena segunda de “La Celestina”, Sempronio dice sobre la vieja puta a Calisto que “A las duras peñas ablandará y provocará la lujuria si desea” y promete a su bisoño y crédulo amo interesarla por su causa: atraer a Melibea (el cínico criado intuye la posibilidad de gozar de la ramera Elicia a costa de él), pero es por medio de Pármeno, el criado al que Celestina promete calmar su ardor sexual con Areúsa, como penetramos en el “laboratorio” celestinesco: “tenía para remediar amores y para querer bien… huesos de corazón de ciervo, lengua de víbora, cabezas de codornices, sesos de asno, tela de caballo, mantillo de niño, haba morisca, guija marina, soga de ahorcado, flor de hiedra, espina de erizo, pie de tejón, granos de helecho; la piedra del nido del águila… Venían a ella muchos hombres y mujeres, y a unos demandaba el pan do mordían, a otros, de su ropa; a otros, de sus cabellos; a otros pintaba en la palma letras con azafrán; a otros, con bermellón, a otros daba unos corazones de cera, llenos de agujas quebradas… Y todo era burla y mentira”.

La red, Juan Carlos Manjarrez

   Respecto de los conjuros, los huesos del corazón de ciervo eran para hacer filtros amorosos, la lengua de víbora y las cabezas de codorniz para atraer pues el reptil se asociaba al Paraíso terrenal y el ave se tenía por lujuriosa, los sesos de asno para aturdir, la tela de caballo -el hipómanes- para excitar el apetito sexual, el mantillo de niño -envoltura del neonato- para traer suerte, el haba morisca para estimular el deseo, la guija marina para potenciar la atracción, la soga de ahorcado para prácticas de magia negra, la flor de hiedra para invocar, las púas de erizo para atravesar las figuras de cera, el pie de tejón para librar del mal de ojo, los granos de helecho para la anticoncepción y por creerlos afrodisíacos y la piedra del nido del águila para evitar los dolores en los partos.