EL LAZARILLO Y EL PP

LÁZARO DE TORMES DIXIT

María Luisa Arnaiz

La dama de negro, Martín Llamedo

   Ante tantos floripondios “populares” que se han “amillonado”, no se me ocurre otra cosa que la comparación con el acomodo que encontró Lázaro al casarse con la criada del arcipreste de San Salvador aunque, a diferencia del pícaro que no ocultaba a su valedor, estos han hecho un pacto de silencio para no nombrar a su curador encarcelado. Lázaro comprendió que “de tal persona no podía venir sino bien y favor” y, aparte de alquilar una casa para estar junto a él (¿de alquileres hablamos?), aceptaba “una carga de trigo”, “carne”, un “par de bodigos” y “las calzas viejas que dejaba” (actualícese). Que la secretaria diga que “no se puede creer a un delincuente” que la acusa del cobro de una comisión ilegal es cosa de las “malas lenguas, que… no… dejan vivir, diciendo no sé qué y sí sé qué” y, pues sigue los consejos del arcipreste, “no mires a lo que puedan decir, sino… a tu provecho”, se comprende la advertencia de Bárcenas al Presidente: “o le paras los pies a esa tía o te quedas sin secretaria general. La única irregularidad que yo he cometido en estos años… ha sido por esta señora”. Así pues, si Lázaro dice al cura “me han certificado que, antes que comigo casase, había parido tres veces... de vuestra merced”, yo digo que negar lo evidente, empezando por Rajoy, es de cínicos aunque como Lázaro todos juren “sobre la hostia consagrada”.