DEL DECAMERÓN, CIAPPELLETTO
María Luisa Arnaiz
Manuel López-Villaseñor
Uno de los cuentos del “Decamerón” lleva por
título “Ciappelletto”, apelativo dado en Francia al impío protagonista del
mismo por creer que su nombre, Ceparello, provenía de ‘capelo’. Este notario,
que había cometido toda clase de tropelías, incluida la del asesinato, era “el peor hombre, tal vez, que nunca hubiese
nacido”. Musciatto Franzesi lo contrató para rescatar sus bienes y marchó a
Borgoña, donde enfermó. A punto de morir, los hermanos que lo habían albergado
hablaron del apuro en que los ponía y él los llamó y les dijo: no “tengáis miedo de recibir por mi causa algún
daño… He hecho… tantas injurias al Señor Dios que por hacerle una más a la hora
de la muerte poco se dará… haced venir un fraile santo… y dejadme hacer”. El
truhán, “que nunca se había confesado”,
dio las respuestas más hipócritas al confesor, que lo absolvió y persuadió a la
gente y a sus hermanos de convento de que esperaba “que por él el Señor Dios mostrase muchos milagros”. Los devotos hicieron
de su ropa reliquias y empezaron “a
encender candelas y a venerarlo… a colgar exvotos de cera según la promesa
hecha. Y tanto creció la fama de su santidad (que) lo llamaron San Ciappelletto”. Larga vida a los nuevos santos: sanJuanveintitrés y sanJuanPablosegundo.
El merchandising continúa
ResponderEliminarla hipocresía y el fraude , siempre ! besosss
ResponderEliminarHay quien santifica a Marx, o a Chávez, o a Messi, o a Íker, o a Darth Vader, o a Sofía Vergara, o al Qun Yin Yin de Corea del Norte, o a su perro, o a su gato...
ResponderEliminar¡El caso es idolatrar!
Salu2, Mª Luisa.
En esto de la santidad, también existen influencias, seguro. Sin ir más lejos, los dos últimos eran Papas.
ResponderEliminarAbrazos, guapísima.
Santo un señor que ocultó y no acabó con la pederastia... Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho!!
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