SOBERANO DELEYTE
María Luisa Arnaiz
Willi Kissmer
“Conjúrote, triste Plutón, señor de la
profundidad infernal… Yo, Celestina, tu más conocida cliéntula, te conjuro por
la virtud y fuerça de estas bermejas letras, por la sangre de aquella nocturna
ave con que están scritas… por la áspera ponzoña de las bívoras de que este
azeyte fue hecho, con el qual unto este hilado; vengas sin más tardanza a
obedecer mi voluntad… hasta que Melibea… lo compre, y con ello de tal manera
quede enredada que quanto más lo mirare, tanto más su corazón se ablande a
conceder mi petición… si no lo hazes… ternasme por capital enemiga… confiando
en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te llevo ya embuelto”.
Este es el famoso hechizo del que fue víctima Melibea a tenor de la violenta pasión
que concibió por Calisto. Su poder venía de las víboras (la representación como
serpiente del diablo pasaba en el imaginario cristiano por símbolo fálico) y gracias
a él Melibea gozó durante un mes del “soberano deleyte”.
Hay que recurrir a tan eficaces hechizos para rememorar tales éxitos
ResponderEliminarAhora tenemos el ácido hialurónico y lo compramos en las parafarmacias, jajaja.
ResponderEliminarSalu2 muy encantado, Mª Luisa.
Cuánta fama alcanzaron hechizos, conjuros, pócimas y demás... Y a mí que me da que eran la excusa para desatar la pasión lasciva escondida en interiores pacatos...
ResponderEliminarMe encanta leer ese castellano, me entretengo despacio, y creo que en castellano moderno los hechizos pierden fuerza. Un abrazo
ResponderEliminarComo no.
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