A DAFNE YA LOS BRAZOS LE CRECÍAN…
María Luisa Arnaiz
Nelson Shanks
Eros, humillado por
Apolo, pretendió que el hijo de Leto conociera ese sentimiento y disparó dos flechas, una de punta áurea contra el dios
y otra de punta plúmbea contra la hija del río Peneo, Dafne. La dorada infundía
amor, la gris, desdén; la primera atravesó a Apolo, la segunda a Dafne. “No te persigo como enemigo, detente”
gritaba el vanidoso enamorado confiando en poseerla mientras escapaba la que
quería permanecer virgen. Cuando el impelido por el amor estaba a punto de
alcanzarla, oyó “Ayúdame, padre” y cantó Garcilaso “De áspera corteza se cubrían / los miembros, que aún bullendo estaban;
/ los blancos pies en tierra se hincaban / y en torcidas raíces se volvían”. “Puesto que no puedes ser mi esposa, serás mi
árbol” dijo Apolo, según Ovidio, a la metamorfoseada en laurel. Pero en el mito griego el dios no se encaprichó de repente de la ninfa sino que planeó eliminar a Leucipo, rival suyo, que convivía disfrazado de
mujer entre las sacerdotisas de la Madre
Tierra para estar junto a Dafne, así pues indujo a las vírgenes
a que se bañaran desnudas y, al descubrirlo, lo mataron. El mito se interpreta como el
miedo de cualquier mujer a la desfloración.
Maravillado por el relato y por mi ignorancia, María Luisa. Por cierto si los injustos, los ilícitos y todo ese conocido grupo de saqueadores, mangantes y estafadores que rodean nuestra vida y amargan nuestra existencia, pudieran ser descubiertos en la misma forma que lo fue Leucipo ..........
ResponderEliminarFeliz noche.
Pero ¿quién manda hacer la prueba? El juez que lo hiciere se jugaría la carrera.
EliminarCreo que tú también te has dado cuenta, María Luisa, feliz noche.
EliminarEntretenida noche supongo. Para ti, como gustes.
EliminarOtra interesante historia, que enriquece nuestros conocimientos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando veas un laurel, la recordarás.
Eliminar¿Y eso?
ResponderEliminar¡Ah!, los griegos codificaron en sus mitos todas las pasiones.
EliminarEsto de los mitos es como el psicoanálisis: todo acaba en la entrepierna.
ResponderEliminarYa lo dijo el arcipreste de Hita: “el mundo… trabaja… por aver mantenençia… (y) por aver juntamento con fembra placentera”.
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