TRATA DE BLANCAS Y MACHISMO

A DEGÜELLO

María Luisa Arnaiz

Rosmery Mamani Ventura

   “I saw the light on the night I passed by her Windows… / She was my woman… / I felt the knife in my hand… / My, my, my Delilah…” cantaba Tom Jones y quienes no sabíamos inglés tarareábamos la canción ignorando que el cínico protagonista había matado a su mujer y daba como excusa “I just couldn’t take any more”, no poder aguantar más. Pues bien, otro macho, que ha aparecido ahorcado, degolló ayer en presencia de sus dos hijos a su ex pareja y al novio de ella y dice el Gobierno que hasta la fecha han sido asesinadas 24 mujeres aunque no cuenta el caso de la prostituta marroquí, a la que mató un militar español, porque “no se encuadra en los casos de Violencia de Género, tal cual están regulados en la Ley Integral de 2004”. Quizás nos sintiéramos anoche conmovidos ante el testimonio de la mexicana víctima de trata de blancas, a la que, tras escapar de una red de prostitución, se le ha concedido el asilo en España; o tal vez, al saber que 200 niñas nigerianas han sido raptadas para venderlas a las mafias. Cada día se me hace más difícil admitir que estas “enfermedades” no tengan cura. La responsabilidad en esta cuestión de las sociedades patriarcales y cristianas es incuestionable. Oigan a un cura de Jaén el domingo pasado: “antes un hombre llegaba a casa borracho, le pegaba a su mujer pero no la mataba; ahora…  no hay moral”.