EL INCIENSO Y EL HELIOTROPO
María Luisa Arnaiz
Peter Worswick
Entre las amantes
que poseyó Helios, Leucótoe, “la más
hermosa del país de los aromas” -Persia-, le hizo olvidar a sus
antecesoras. Para forzarla, tomó la apariencia de la madre de la princesa y se
introdujo en la habitación, donde ella hilaba junto a unas esclavas, diciendo a
estas: “El asunto es secreto, retiraos”.
Empezó a besarla pavoneándose, “me
gustas, créelo”. Recuperó su aspecto y ella, aterrorizada, “sufrió su violencia”. Al punto su
despechada hermana Clitie “difunde el
adulterio” y se lo dice a su padre que, sin hacerle caso, “me violó contra mi deseo”, decide
enterrarla. Cuando lo supo Helios, quiso darle vida con el calor de sus rayos
pero solo pudo perfumarla con néctar. “Vas
a tocar el cielo”. Se deshizo y surgió la planta del incienso. Clitie se
dejó morir y se convirtió en heliotropo.
Una interesante historia que no sólo se da en la mitología.
ResponderEliminarguau
ResponderEliminarYa no se narra la historia del mundo, de las personas y las cosas de este modo. Y es bellísimo, la verdad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estos dioses, siempre tan abusones.
ResponderEliminarSalu2, Mª Luisa.
Me encanta tu manera de contar, muy linda y didáctica
ResponderEliminarEn el alfeizar de la ventana tengo ahora mismo una planta de incienso. De ahora en adelante siempre que la vea me acordaré de tan bella historia.
ResponderEliminarUn abrazo
Eso le pasa por jugar con fuego!!! Tuvo su merecido.
ResponderEliminarUn abrazo,Mª Luisa.
Qué belleza! Los relatos de mitología que nos narras me deslumbran siempre!
ResponderEliminarUn abrazo.
Un hermoso relato que encandila. Y perfumado con el aroma a incienso que me encanta; al igual que tu forma de narrar.
ResponderEliminarun abrazo.