viernes, 13 de julio de 2012

LA MUÑECA DE KOKOSCHKA

SOBRE Kokoschka

María Luisa Arnaiz

Autorretrato con muñeca (Alma), Kokoschka, 1922

   Cuando Alma Mahler abandonó a Kokoschka por el arquitecto Walter Groppius, el pintor la sustituyó por una muñeca, doble exacto de su veleidosa amante, que encargó a un fabricante muniqués al que dibujó todos sus detalles. Como aseguró que su fin era terapéutico, convivieron juntos hasta que, tras una fiesta donde la presentó en sociedad, apareció sin cabeza y cubierta de vino tinto en el jardín de su casa. Avisada la policía e interrogado el pintor sobre el supuesto cadáver, el simulacro de Alma fue recogido por un barrendero.
   Kokoschka, que había contado que “la imagen de ella que yo había guardado en la memoria cobró vida” al sacarla del paquete que la contenía, dijo al decapitarla: “lo que yo quería era terminar de una vez por todas con este asunto de Alma Malher”. El simulacro de la bella vienesa significó una solución a sus demonios artísticos y personales, que se vieron plasmados antitéticamente en “La novia del viento”, perpetuación de su felicidad, frente a “Autorretrato con muñeca”, representación erótica de su desengaño.

La novia del viento (Alma), Oskar Kokoschka, 1913

6 comentarios:

  1. ¡Qué vida más tormentosa la de Alma!
    Me resulta difícil comprender cómo una mujer que siempre me pareció delicada, dulce y sensible,
    despertó tantos sentimientos encontrados.
    Tu publicación me impulsa a indagar en todo tipo de medios para comprender una vida tan apasionada como inusual.

    Un fuerte beso, querida María Luisa.

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  2. Eine sehr schöne Wahl dieser beiden Bilder und ansprechende Worte...

    Lieben Gruß
    CL

    Und Dankeschön für den Besuch auf meinem Blog und folgen!

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  3. Es simple: blanco por fuera...
    Besos, Antonio.

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  4. It is agreeable to contact the beautiful thing.
    Regards.

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  5. Coincido con Antonio: cuántos sentimientos despertó Alma en los hombres influyentes de su tiempo. Me refiero a influyentes desde el punto de vista del pensamiento.
    Un beso.

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  6. Creo, Isabel, que la belleza femenina se sigue valorando hoy igual que ayer.
    Te llamo.

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