María Luisa Arnaiz
Joseph DeCamp
BLANCURA
Espina tú, oído blanco.
Mundo, mundo,
inmensidad del cielo, calor, remotas tempestades.
Universo tocado con la yema
donde una herida abierta
ayer fue abeja, hoy rosa, ayer lo inseparable.
Soy tú rodando entre otros velos,
silencio o claridad, tierra o los astros;
soy tú yo mismo, yo, soy tú, yo mío,
entre vuelo de mundos bajo el frío,
tiritando en lo blanco que no había,
separado de mí como un cuchillo
que separa dos rosas cuando nieva.
Mundo, mundo,
inmensidad del cielo, calor, remotas tempestades.
Universo tocado con la yema
donde una herida abierta
ayer fue abeja, hoy rosa, ayer lo inseparable.
Soy tú rodando entre otros velos,
silencio o claridad, tierra o los astros;
soy tú yo mismo, yo, soy tú, yo mío,
entre vuelo de mundos bajo el frío,
tiritando en lo blanco que no había,
separado de mí como un cuchillo
que separa dos rosas cuando nieva.
Vicente Aleixandre, “Espadas como labios”
Blancura añorada en este precioso poema de Alexandre.
ResponderEliminarLos velos que ocultan quienes fuimos... Pero estamos ahí, somos esos y los actuales. También, los futuros.
Un beso, Marisa.
Y sobre todo, Isabel, qué identificación más estremecedora la que establece con su paisano.
ResponderEliminarBesos.
Extraordinario retrato el que has elegido para acompañar la poesía de Vicente Alexandre. Al autor de la pintura no lo conocía, Alexandre me ha acompañado una buena y feliz parte de mi vida. Tienes un blog de una exquisita selección. Felicitaciones por eso y por lo que hoy aprendí.
ResponderEliminarUn Abrazo y bienvenida a mi blog.
Es mucho elogio el tuyo, Rubén, para un blog incipiente, pero, si volvemos a coincidir en nuestros gustos, ¡estupendo!
ResponderEliminarUn abrazo.