María Luisa Arnaiz
Ana de Austria,
Pantoja de la Cruz,
1602
Ana, la mayor de los hijos de Felipe III y
Margarita de Austria, como era costumbre dada la
mortalidad infantil, llevó amuletos cristianos, dos cruces más dos relicarios, y
el llamado cordón
apotropaico con los paganos: un colgante de cristal de roca para favorecer la leche materna, una mano
itifálica o higa de azabache contra el mal de ojo y un cascabel y una
campanilla para ahuyentar a los malos espíritus. En la mano derecha porta una ramita de coral para preservar su
vida y en la izquierda una pulsera con un colmillo de jabalí para proteger la
dentición. La descendencia de su hermano, Felipe IV, se malogró: el primer
heredero, Baltasar Carlos, parido por Isabel de Borbón murió ocho días antes de
cumplir los diecisiete años; el segundo, Felipe Próspero, parido por su sobrina
Mariana de Austria, murió a los cuatro años cinco días antes de que naciera el
tercero, Carlos II, con quien acabó la dinastía Austria en España. Uno de los
amuletos atávicos que ambos retratados llevan es la higa (‘ficum’, higo, metáfora
del sexo femenino), combinación de pene y ‘mulo’
-genitales femeninos- cuya imagen es un puño del que asoma el dedo pulgar -pene-
entre el índice y el mayor -vulva-.
Felipe Próspero,
Velázquez, 1659
...y el perro en el trono: ¡Bravo por Velázquez!
ResponderEliminarGenial el pintor, sobre todo por el perrito.
Eliminartantos amuletos para nada... besos
ResponderEliminarCosa que se sabe y se siguen vendiendo.
EliminarBonita pintura de nuestros pintores , besos.
ResponderEliminarVelázquez está magistral.
EliminarLos amuletos no están mal si son bonitos y decoran, aunque servir, servir, no creo que sirvan de nada. Desde luego a su hermano Carlos II, que ni le sirvieron para acrecentar su escasa inteligencia ni su salud y, por supuesto, la higa no obró milagros en su esterilidad.
ResponderEliminarLo que no sé es cómo podía moverse con tanta "chatarra".
Un abrazo de la suerte.
Las supersticiones siguen en boga como antes.
EliminarMuy interesante la identificación de los amuletos. Los romanos daban a los niños los sonajeros precisamente para ahuyentar a los malos espíritus. Seguimos teniendo muchas creencias atávicas, creo yo.Besazos.
ResponderEliminar¿Recuerdas los evangelios para bebés? O sea, la ‘bulla’ romana.
EliminarBuena información sobre los amuletos, el uso de algunos seguro que han llegado hasta nuestros días. Hay tradiciones y costumbres como los pendientes o el color azul, que siguen vigentes. Gracias y abrazos
ResponderEliminarTambién los colores son arbitrarios, pero si “se cree”…
EliminarE quem nunca carregou pelo menos um amuleto? Bela postagem, lindas pinturas.
ResponderEliminarNo creo en “poderes” de ningún tipo. Así soy.
EliminarEso de los amuletos aún se conserva en algunas zonas rurales.
ResponderEliminarPero a los Austrias no había amuleto que los preservara.
Un beso.
La falta de cultura trae la superstición pero los placebos “sanan”.
EliminarCon tanto cascabel y campanilla me has dado una idea para mi nieta. No le librarán de ningún mal, pero sabremos donde está haciendo maldades. Besos
ResponderEliminarSerán cosas de niños, aun así habrá que vigilarlos.
EliminarPobrecita .. cuánto peso inútil llevaba siempre encima!!
ResponderEliminarUn enorme y cálido abrazo
El peso de las creencias, antes y ahora.
EliminarMe maravillas, MARÍA lUISA. ME HA IMPRESIONADO ESTE TEXTO Y LAS IMÁGENES, CLARO. tendré que pensar.
ResponderEliminarTe daré una dirección para que “veas”.
EliminarGracias, ML, visto y republicado. Eres genial.
EliminarYa te preguntaré sobre ese tipo de blog.
EliminarMaria Luisa, estoy llena de admiración por ti de lo documentada que estás y cuanto sabes.
ResponderEliminarTe felicito pr ello.
Tus entradas son una gozada para el intelecto.
Tienes que saber que simplemente he leído bastante.
EliminarTodos esos amuletos y más nos van a hacer falta para salir de donde estamos metidos.
ResponderEliminarTendremos que poner la mira en otra parte.
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