NARCISO 2050
María Luisa Arnaiz
Michal Macku
(fotografía)
Se deseaba
demasiado. Ya no era posible esperar más tiempo. Su cuerpo temblaba anhelando
la imagen que podía únicamente acariciar el cristal.
Malditos
científicos. Se suponía que aquella libertad para mutar testículos por ovarios
y tetillas por senos debía ejercerse por placer. El mecanismo de transmutación
genérica servía para amplificar las posibilidades del goce, no para inducir
sufrimiento.
Se miró nuevamente
a los ojos. Solo tenía que oprimir el lóbulo de la oreja; punto exacto en que
se ubicaba el interruptor. Apretó los labios. Su sueño era imposible. Nunca
podría poseerse, pero había que despedirse. Accionó el botón. Una corriente
eléctrica sacudió su cuerpo. Las últimas partículas hormonales se instalaron en
las células. El cabello, largo y sedoso, le cubrió la espalda. Admiró la
perfección de sus caderas y acarició con la mirada la piel libre de vellos. Se
dijo que se amaba. El puño se estrelló contra los labios que sonreían con
amargura. Observó sus mejillas fracturadas.
Tomó un trozo de
cristal que intentaba desprenderse de la imagen y lo hundió en el vientre con
escisión. La falta de uno de los fragmentos propició la caída de los otros. Uno
a uno cayeron al piso como haces de luz sobre la enrojecida superficie. Cerró
los ojos y pensó en otr@s que, como él, caerían en la trampa. El inventor de
aquella maravilla biotecnológica tuvo que haber vislumbrado, también, la
destrucción de los espejos.
Angélica Santa Olaya
no pudo soportarse tal reflejo
ResponderEliminarMe ha recorrido un repelús por todo el cuerpo....
ResponderEliminarDuro, muy duro...
ResponderEliminarEnhorabuena.
Besos,
lo mejor de romper un espejo es encontrarse con el mundo real, con nuestro yo y nuestro nosotros, que se parecen mucho. Ninguno perfecto.¡GRACIAS A LA VIDA!
ResponderEliminarEl mundo al revés, a través del espejo, es curioso, bonito como experiencia contingente. Cuando todo es vivido como nuevo, habría que renacer, deshacer todo el pasado, para olvidar que en otro mundo la vida funcionaba de otra manera, y uno, mal que bien, se había acostumbrado a ella.
La estima hacia uno mismo, está condicionada por la estima hacia los demás. De lo contrario, entramos en la noche de los cristales rotos, o los espejos rotos.
Demasiado impresionante, foto y texto.
ResponderEliminarBesos!
Por un momento me sentí involucrado y transportado, menos mal que me salí a tiempo. Impresionante
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