MIGUEL HERNÁNDEZ POR
LOS SUELOS
María Luisa Arnaiz
Oleg Babkin
(fotografía)
Cuenta María Teresa León sobre Miguel
Hernández en “Memorias de la
Melancolía” que el oriolano “iba a desaparecer también como había desaparecido Federico. Sentí mucha
pena. Pocos días antes yo había discutido violentamente con él: “No tienes
ningún derecho a hablar así de una mujer y extender ese juicio a todas las
mujeres de la Alianza.
Eso no es de hombres”. A la contestación suya, yo le pegué
una bofetada”. El incidente tuvo lugar en el transcurso de una fiesta
durante el II Congreso de Intelectuales para la Defensa de la Cultura. No bien pisó Miguel el
local, le dijo a Rafael Alberti: “Aquí hay
mucha puta y mucho hijo de puta”. El gaditano le replicó que si se
atrevería a repetir lo que había dicho en voz alta. Entonces Miguel Hernández fue a una
pizarra y lo escribió; al punto María Teresa, organizadora de la fiesta, le dio
la bofetada mencionada y dicen que el poeta se fue al suelo.
Es que el que quiere decir algo aunque le corten la lengua se comunica.
ResponderEliminarY en este caso, de forma pública.
EliminarLo que no contaron ni Alberti ni la León fue que Miguel Hernández llegaba directamente del frente de combate, lo que es decir que llegaba de pasar hambre y penurias, y de ver morir a muchos que intentaban detener el avance fascista. Parece claro que le fastidió ver tan ricamente a los señoritos de la Alianza, toda aquella gauche caviar.
ResponderEliminarPor lo demás, tanto Alberti como María Teresa callaron siempre mucho, porque mucho tenían que callar. Por ejemplo, sobre el asesinato de Andreu Nin a manos de los estalinistas, ocurrido en el chalet que tenía su buen amigo, el general comunista Hidalgo de Cisneros, en Alcalá de Henares. Posteriormente, Hidalgo de Cisneros facilitaría a Alberti y a la León su huida de España, en avión. Miguel Hernández no encontró ayuda cuando intentó escapar a través de Portugal. Fue devuelto a España. Lo demás resulta más que conocido.
Un saludo,
JL
Muy bien José Luis. Admiro la poesía y la vida de Miguel Hernandez. Mientras que de Alberti, aunque buen poeta, era un payason como persona.
EliminarLa “justificación” de venir del frente no deja de ser una mala excusa.
EliminarNo conocía esta anécdota.
ResponderEliminarY me han gustado los comentarios anteriores.
Un beso.
De luces y sombras están llenas las biografías.
EliminarMuy intereante.
ResponderEliminarComo tantas cosas personales que ignoramos sobre quienes admiramos.
EliminarHaría muy buena poesía, pero si es verdad lo que cuenta Mª Teresa León, que lo será,era un imbécil, los genios eso es lo que tienen, que se creen dioses.
ResponderEliminarTampoco a mí me parece que esté justificada esa aseveración.
Eliminares importante hablar y no callarse las cosas, un beso
ResponderEliminarSin duda los hay más hipócritas.
EliminarUna oportuna bofetada aún y sin saber si lo que escribió el poeta era cierto, María Luisa. Estas citas son adictivas, amiga-e. MB. Feliz noche.
ResponderEliminar¿Quién sabe? Se la mereció.
EliminarDesconocía esta anécdota. Sí es llamativo que la propia María Teresa León exprese su pena al intuir la muerte del poeta y cuente esa pelea anterior. Ante la muerte, seguramente valoramos el comportamiento de los demás (el acertado y el erróneo) desde una perspectiva diferente a la cotidiana. Esto me hace pensar que la bofetada estaba merecida pero que María Teresa pudo comprender de algún modo la exasperación del poeta o, sencillamente, darse cuenta de que por grandes que sean los errores, nadie merece la muerte (en este caso por dejadez intencionada de los carceleros). Un abrazo, querida amiga.
ResponderEliminarTu punto de vista es bien ponderado.
ResponderEliminarConocía la anécdota, Andrés Trapiello la cuenta en su ensayo Las armas y las letras. Es probable que al poeta de Orihuela le fallaran las formas, pero se entiende que le sentara a “cuerno quemao” que Alberti y María Teresa León se pegaran la vida padre en el palacio de los Heredia Espínola, mientras él y otros se partían la cara en el frente. A Miguel Hernández le molestó ver que allí corría el vino y el pan a manteles mientras en las trincheras los milicianos se quitaban el hambre a guantazos. Según Trapiello, Alberti y Miguel Hernández se encontraron al final de la guerra (llevaban sin hablarse desde aquello) y Alberti le pidió a su manera disculpas al poeta con un “Ya sabes, Miguel, como son las mujeres”, y le ofreció un hueco en un avión para escapar de los fascistas. Miguel Hernández rechazó su ayuda diciéndole que se volvía a su pueblo. En mi opinión, y admitiendo que en determinadas circunstancias es muy difícil estar a la altura, Miguel Hernández fue de los pocos poetas y escritores del bando republicano que estuvo a la altura de las circunstancias durante la guerra civil. Un saludo María Luisa.
EliminarCreo que a Miguel le pudo la espontaneidad de la lengua, cadena que atenaza extremadamente.
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