María Luisa Arnaiz
Daniel F. Gerhatz
Desde principios
del siglo IX las bibliotecas de los monasterios desempeñaron un papel
primordial aunque la mayor parte de sus colecciones estaban constituidas por
las obras de los cuatro Padres de la Iglesia.
Un monje podía copiar tres o cuatro “libros” de tamaño medio al
cabo del año con buena caligrafía y variada decoración,
utilizando tanto el pergamino
(palabra derivada de Pérgamo) como la vitela, piel más cara que aquel, mientras que los “libros” de las Universidades, con letra pequeña y numerosas abreviaturas, eran alquilados para copiarlos a copistas
profesionales por quienes tenían la copia de un ‘exemplar’ sin encuadernar. El amanuense
doblaba las pieles por la mitad, las agrupaba en cuadernillos de ocho hojas
para hacer el “libro”, las rayaba, escribía en columnas usando plumas del ala
izquierda de gansos o cisnes y las decoraba siguiendo los modelos de un álbum.
El códice, manuscrito anterior a la imprenta, se miniaba con bermellón (de
donde “miniatura”, dibujo pintado con
minio) y se iluminaba con oro o plata. El papa Celestino III poseía a finales
del XII cincuenta y seis códices, la mayor colección privada de entonces, y Robert de Sorbon donó a
mediados del XIII sesenta y siete para crear la
biblioteca de la Sorbona.
MUY INTERESANTE. GRACIAS.
ResponderEliminarEstoy agradecida por tu visita.
EliminarTantas veces he soñado que podía dedicar mi vida a eso, a ser amanuense. Gracias por este apunte, me ha dado paz. Abrazos
ResponderEliminarMabel
Supongo que aún puedes serlo.
EliminarCada uma da vezes que por aqui passo no seu belo blog fico a saber mais, vou voltar mais vezes.
ResponderEliminarMe alegraré cada vez que vuelvas.
EliminarQue bonitos son los libros, ya se que son para leerlos, pero algunos son preciosos y me gusta admirarlos. Espero que en un futuro no regresemos a tener una biblioteca de sesenta y siete libros.
ResponderEliminarUn abrazo
Te entiendo perfectamente, me pasa lo mismo.
EliminarLeer un libro, tocarlo, olerlo... ¡es una auténtica gozada! Como verás estoy a favor del soporte papel.
ResponderEliminarSolo conozco de oídas y de vista los nuevos libros.
EliminarEn la Basílica de Guadalupe, Cáceres, me informaron de que los pergaminos utilizados para los libros sagrados tenían que ser de terneros, tanto por las propiedades de la piel como por la virginidad del animal. No me quedó claro si lo que le entregaban a los monjes era la piel o todo el animal, tratándose de terneros más bien me inclino a pensar que lo segundo.
ResponderEliminarLa vitela es piel de ternera. Ya ves, de la hembra… ¡todo!
EliminarMUCHAS GRACIAS POR COMPARTIR ESTA INFORMACIÓN.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Allá van las mías por acercarte hasta aquí.
EliminarVErdaderas obras e arte que nos han sido legadas por anónimos que entregaron su vida a la paciencia y la perfección.
ResponderEliminarSus obras son para mí algo deleitoso.
EliminarSabiduría excelsa.
ResponderEliminarGracias María Luisa.
Nada, nada, amor por los libros.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDebemos conservar los libros en el devenir, para futuras generaciones…esto me recuerda que pasé tres años en un seminario- monasterio, junto a una cartuja, la vida de éstos muy interesante y ejemplar…Abrazos
ResponderEliminarSin duda posees un espíritu fuerte.
EliminarYo no sé donde ponerlos ya...pero ahí siguen, esperando otro fututro.
ResponderEliminarA mí me cuesta desprenderme de ellos.
EliminarInteressante. mas isto também fazia com que eles - os padres - pudessem modificar à vontade aquilo que copiavam.
ResponderEliminarEs cierto. No difundían el saber y mantenían argumentos de autoridad.
EliminarLo de entonces sí era arte...
ResponderEliminar¡Y cuánto se ha expoliado!
Eliminary paciencia y templanza y caridad para el futuro...
ResponderEliminarProbablemente esas virtudes apenas signifiquen mucho hoy.
EliminarTe agradezco tu comentario.
ResponderEliminarinteresante lo que señalas
ResponderEliminarno sabia nada de eso
el libro es sin dudas algo que no se reemplazará con nada...
saludos!
No imagino su desaparición.
ResponderEliminarUna de mis mayores alegrías de chica era poder leer, la imginación volaba y me atraía enormemente la lectura...hoy, a mis "taítantos" años sigo igual...
ResponderEliminarTe deseo un estupendo verano allá dónde vayas.
Un abrazo.
Uno de los primeros dibujos de mi hija mayor (que tuvo que interpretarme) fue "mamá con un libro". Yo sigo como tú.
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