María Luisa Arnaiz
Martínez Cifuentes
El relato de
Stendhal incluido en “Crónicas italianas” del que hablé ayer, “Los Cenci”, contiene
la primera explicación interesante sobre Don Juan, uno de los cuatro mitos
ideados tras los griegos (Fausto, Hamlet y Don Quijote son los otros). El
personaje, según el autor, no pudo aparecer en la Grecia clásica porque su
sistema político solamente prohibía aquello que causaba daño a la comunidad, no
lo que perjudicaba al individuo. Dice el francés que “para que Don Juan sea posible, es necesario que en la sociedad haya
hipocresía” y que su concepción es “producto
de las instituciones ascéticas de los papas posteriores a Lutero”. Con la
anécdota de la princesa que, lamiendo un helado, decía: ¡Qué lástima que no sea pecado!, se entiende la decisión de
transgredir las normas que restringieron las libertades sexuales después de
Trento. No fue casualidad que “El burlador de Sevilla” naciera tras el concilio
pues el mito significa la normación de la monogamia bendecida por el matrimonio,
donde el deseo está excluido. Por eso se castiga al transgresor con la muerte (en
Tirso de Molina, Molière y Mozart), porque busca el amor. Antes de Trento las
bodas eran presididas por los padres, después, por un sacerdote (la Iglesia ganó poder e instauró
la publicación de las amonestaciones; las familias, riqueza, ya que evitaban las
bodas por amor, generalmente, clandestinas).
Sí señora. Y esta es la causa de que haya dejado de creer absolutamente en la iglesiaca, como dice una bloguera que conozco.
ResponderEliminarLa iglesia quiso monopolizar el sexo, controlarlo para ejercer el poder sobre nosotros y tenernos sometidos a su voluntad, que eran sus intereses.
La iglesia ha sido una catástrofe para la Humanidad.
No sé a qué esperamos para pedirle cuentas.
No admito el control sobre la conciencia. Quien pueda entender, que entienda.
EliminarMarañón tiene un ensayo muy interesante sobre el mito de Don Juan. Analiza al individuo y nos lo muestra como un inseguro que necesita afirmar su personalidad con múltiples conquistas. Su obra no deja al salteador de conventos en muy buen lugar, al contrario. Al fin y al cabo, quién sabe si conquistaba monjas porque el resto de las damas no le hacía caso, y no se trataba tanto de demostrar valor ante lo difícil como de saltarse las normas y provocar la admiración que de otra forma no lograba.
ResponderEliminarUn abrazo.
En contra de lo que se cree, Marañón deja a Don Juan malparado.
EliminarPara dominar, é preciso incitar o medo, o preconceito e os dogmas...
ResponderEliminarEl miedo es muy bien manejado por los excluyentes como la Iglesia.
EliminarDice el Derecho Canónico, cito de memoria, que el matrimonio es una sociedad de por vida entre un hombre y una mujer, dedicada a la crianza y educación de los hijos (y ahora viene lo bueno) mediante una cierta cooperación sexual. Es terrible, pero pienso que gracias a instituciones como esa hemos llegado a un mínimo histórico de cualquier tipo de violencia y a un máximo de desarrollo humano y personal. Si la Iglesia ha permanecido durante más tiempo que ninguna otra organización es por que tiene muy presente aquello de que hay que ser astuto como una paloma y cándido como una serpiente.
ResponderEliminar¿O era al revés?. En mi caso, casado desde hace más de tres décadas, mantengo el deseo como el primer día. No creo que sea el único. Es posible que no sea lo más frecuente. ¿Recuerda aquel sabio consejo: el que tenga un amor que lo cuide."
Estupendo blog. Volveré.
N.
El deseo es humano.
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