María Luisa Arnaiz
Mia Bergeron
No desea cometer
ese crimen. Porque es repugnante y porque sabe con todo detalle cómo será
castigado. Y mientras levanta el arma con la que debe hundir el cráneo de la
víctima, siente que sus músculos se rebelan, que todo su cuerpo vibra a causa
de la lucha de dos fuerzas encontradas: la de su propia voluntad y la fuerza
loca de la fatalidad que lo obliga a realizar un destino escrito, a matar una y
otra vez a esa mísera vieja. Con un supremo esfuerzo Rascolnicof se da vuelta y
descarga su hacha contra el lector.
Ana María Shúa
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ResponderEliminarLe encuentro cierto parecido con el experimento de Milgram.
EliminarMe ha interesado tu sugerencia.
EliminarInquietante y muy bueno el micro, con esas referencia a "Crimen y castigo" que me gusta, me gusta mucho.
ResponderEliminarGracias por una lectura tan agradable.
Un beso.
Recuerdo que en su día el protagonista me atrajo por su lado oscuro.
EliminarConciencia.
ResponderEliminar¡Ay, de los lectores!
EliminarMe ha parecido fascinante.
ResponderEliminarSaludos
El desenlace deja sin palabras.
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