María Luisa Arnaiz
David Agenjo
Juan de Tassis, segundo conde de
Villamediana, logró su fama de poeta en Nápoles, donde permaneció seis años, y,
al volver a la corte, la encontró tan cambiada que versificó: “Vuelvo a Madrid y no conozco el Prado, / y
no lo desconozco por olvido / sino porque me consta que es pisado / de muchos
que debiera ser pacido”. Enamorado de Isabel de Borbón, mujer de Felipe IV,
mostró en los toros una banderola en la que ponía junto a unas monedas de real:
“Son mis amores”… (“reales”), anfibología calculada: ¿amaba a la reina o el
dinero? Es pintiparado para referirme a lo que también sucede en la corte (pienso
en la real y en el prado político). ¡Qué ganado!, ¡qué patio de Monipodio! Todos
pacen y nadie es lo que sabemos. Al conde lo asesinaron y se lo juzgó post mortem
por sodomía según testificó Alonso Cortés en “La muerte de
Villamediana”, que leyó la
documentación secreta en Simancas, desaparecida tras su visita. El sentir popular sobre la
impunidad de los asesinos se rimó: “Mentidero
de Madrid, / decidnos: ¿quién mató al conde? / Ni se sabe ni se esconde. / Sin
discurso, discurrid. / Dicen que lo mató el Cid, / por ser el conde Lozano. /
¡Disparate chabacano! / La verdad del caso ha sido / que el matador fue Bellido
/ y el impulso soberano”.
De lo que no cabe duda es de que pacen ¡y cómo!
ResponderEliminarPacen y apacientan a sus congéneres.
EliminarImpunidad y descaro... mi deseo es que tengan la fuerza para exigir en todos los casos verdad y justicia.
ResponderEliminarBesos!!!
En España se es cómplice activo o pasivo de latrocinio.
EliminarPacen reales, pisan reales, son todos reales por más que todo lo desmientan... hasta los reales
ResponderEliminarY además pastan y se llevan la pasta.
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