REMBRANDT: OTRA CARA

LAS CRIADAS

María Luisa Arnaiz

Hendrickje Stoffels, Rembrandt

   Una vez que Rembrandt enviudó de Saskia en 1642, buscó quien cuidara de su hijo Titus, nacido el año anterior. Geertje Dircx fue la elegida a la que prometió matrimonio y, consecuentemente, cuidó muy bien del pintor, dicho sin ambages. Lo que no sabía la muchacha era que, según el testamento de su mujer, si Rembrandt se casaba, perdía la herencia que le dejaba, lo que no estaba dispuesto a hacer. Pasados unos años, el tenorio y voyeur  van Rijn -apellido que aludía al Rin, donde su padre tenía un molino- la sustituyó por otra joven sirvienta con la que tendría a su hija Cornelia, Hendrickje Stoffels, excomulgada por concubinato, “committed the acts of a whore with Rembrandt the painter”, la misma que testificó, cuando Geertje lo acusó de incumplimiento, que el pintor le había dado algunas alhajas de la difunta en compensación. Geertje no aceptó los florines que le ofrecía Rembrandt por las joyas, tampoco los de la pensión a la que fue condenado, y armó un escándalo durante el juicio. Él logró que la encerraran por loca en un correccional de Gouda, donde pasó cinco años, viniendo a morir al ponerla en libertad. Era 1656, año en que Rembrandt no produjo nada pero sí obtuvo la “cessio bonorum”, una triquiñuela legal para declararse en quiebra.

Dánae (Geertje), detalle, Rembrandt