María Luisa Arnaiz
Christina Ramos
Cuando María Teresa,
hija del infante Luis, el hermano de Carlos III casado morganáticamente, cumplió
17 años, Carlos IV le notificó que había decidido casarla con Godoy. Los
privilegios que implicaba el enlace no eran despreciables: se le restituía el
apellido Borbón y se la admitía en la corte, ocupando la máxima dignidad detrás
de la reina María Luisa. Así pues, Godoy, del que se enamoró locamente, pasó
por el libertador que la devolvía a su posición. El encumbrado guardia de corps,
de inconmensurable ambición, quería emparentar con la realeza y ella fue la
víctima (el embajador alemán divulgó que, tras cobrar la dote de su mujer, tuvo
la desvergüenza de llevarse a Pepita Tudó, su amante, a vivir en su hogar y hacerla presidir con él todos los actos). María Teresa, insensible a sus abrazos,
aparecía retraída y se decía que él le pegaba, convencido de vencer su frigidez.
Cuando abortó, el cínico escribió a la reina: “pocas almas habrá tan patéticas e indiferentes”. Aunque quiso
abandonarlo, María Luisa se lo impidió y solo lo logró cuando fue defenestrado.
Exiliada en París, mantuvo una torturada relación con el coronel Mateos, que se
enriqueció a su costa y la trató con desprecio. Allí murió a los 48 años.
No conocía esta historia, gracias una vez más. Es triste pensar que en las familias de la realeza siempre la víctima propiciatoria y la moneda de cambio ha sido la mujer. Un abrazo
ResponderEliminarAl menos nos liberamos de las bodas arregladas por los padres.
EliminarBesos.
Una historia trágica. El retrato que le hizo Goya (si no me falla la memoria) con el título de "duquesa de Chinchón" es realmente conmovedor. Y es que hay hijoputas en todas partes y todas las épocas. Un abrazo, querida amiga.
ResponderEliminarGoya la pintó desde niña, así como al miserable de su marido.
EliminarBesos.
Una historia tan cierta como triste, y que aun hoy se repite mas de lo que creemos o queremos creer.
ResponderEliminarPero lo cuentas tan bien que me olvido de la pobre condesa.
Abrazos saltarines
Es cierto: en muchos lugares aún se conciertan los enlaces.
EliminarBesos.
¡Qué historia más triste la de esta mujer! no la conocía.
ResponderEliminarUJn saludo.
Desde luego fue muy desdichada pero las conveniencias sociales… ¡Lo que hay que aguantar!
EliminarBesos.
Mucha tragedia y tristeza dentro de esas familias reales, que cualquiera de nosotros losd plebeyos podríamos envidiar. Increíble lo que hoy cuentas querida María Luisa. Gracias por ilustrar.
ResponderEliminarUn abrazo grandísimo.
Se empieza desde pequeños a deslumbrarnos con la realeza aun a sabiendas de que no existe la sangre azul. ¡Qué estupidez!
EliminarBesos.
Feliz navidad y un próspero año nuevo, cuídese, saludos.
ResponderEliminar¡Qué detalle el tuyo! Yo que admiro tanto el atletismo…
EliminarTe deseo también unas estupendas fiestas.
Besos.
Qué historia, pobre mujer, pero en la historia no es la única.
ResponderEliminarAbrazos y buena semana.
De la realeza sabemos detalles pero de la mayoría silenciosa solo intuimos la realidad.
EliminarBesos.
Me encanta la etiqueta de esta serie.
ResponderEliminarA veces parece que la vida es diferente para determinadas personas, por los privilegios que gozan. Sin embargo, las miserias humanas no tienen que ver con las prebendas. O, ahora que lo pienso mejor, se agudizan con ellas.
Es cierto lo que dices pero si además la miseria se acompaña de sevicias...¡Qué horror!
ResponderEliminarBesos.
Me parece un trabajo interesante, sobre todo para ser pintura.
ResponderEliminarGracias por dejar tu comentario.
ResponderEliminarTe deseo unas felices fiestas.
Besos.
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