EN MANOS DE…
María Luisa Arnaiz
Paul Cadmus
El destino de Rusia
estuvo por un tiempo en manos de un obseso sexual, un pervertido estafador tenido
por monje, que jamás ingresó en orden religiosa alguna. Sí se sabe que conoció
a los Khlysty, una secta prohibida por la Ley rusa y por la Iglesia ortodoxa, cuyos
adeptos, como los “gallos” de
Cibeles, se flagelaban hasta alcanzar “el
éxtasis sagrado”, siendo creencia que cambió esas prácticas por las del
desenfreno sexual en aras de “su” propia doctrina. En 1903 se instaló en San
Petersburgo y probablemente fue presentado a la familia real como alguien
relacionado con la espiritualidad ocultista, sin embargo la zarina, extenuada
por los problemas que causaba la hemofilia al heredero, lo invistió de
imprescindibilidad y convenció a Nicolás II para que lo admitiera entre su
círculo de amistades. Así escribía el 21 de octubre de 1916: “Lamento tener que preocuparte, mi dulce y
paciente ángel, pero toda mi confianza recae en nuestro amigo (Rasputín), que
solo piensa en ti, en nuestro pequeño Alexei y en Rusia. Guiados por él, seguro
que saldremos de estos tiempos tan difíciles”. El zar soslayaba los
informes secretos que informaban de las orgías a las que acudían numerosas
mujeres que querían ser purificadas teniendo sexo con el crápula y algunos
cortesanos, ante la sensación de que Rusia estaba en manos de un loco, decidieron
asesinarlo, hecho que ocurrió el 29 de diciembre de 1916.
En tiempos tormentosos no es nada difícil escuchar los quejidos y las genialidades de las mentes mesiánicas.
ResponderEliminarEstupendo María Luisa, me interesa mucho el personaje de Rasputin, pero sobre todo el de la atormentada Alejandra, "la zorra alemana", como le llamaban los rusos.
ResponderEliminarPor cierto, costó bastante asesinarlo, lo probaron todo, y después de muchos trabajos consiguieron arrojarlo al Neva.
Gracias por traer a mi memoria una etapa de Rusia que me gusta especialmente. Abrazos
...querida Maria Luisa , su pasión, la historia, la literatura, la poesía y el diseño son míos también. Estoy muy feliz de haberte conocido, y usted puede leer sus publicaciones. Hoy he leído tu opinión sull'opportunista socio-política, tan inteligente y astuto como era Rasputín. Un elogio sincero de su cultura blog. ps. tiene usted como miembro de mi humilde blog, es un gran honor. Un abrazo sincero. Sergio
ResponderEliminarSiempre me he preguntado y siempre me preguntaré, que tienen estos tipos o individuos, para conquistarse a otros de semejante forma. Y por otro lado, que deficiencias tienen los que se dejan embaucar. Es bien cierto el dicho de que hay más fuera, que dentro.
ResponderEliminarSaludos.
Cómo se las ingenió este hombre para hacer lo que le dio la gana y tener bajo su poder a los grandes...
ResponderEliminarDebió ser siniestro.
Un abrazo, querida María Luisa.
Maria Luiza ... esta parte da história deste ..tange as rais da insanidade ... belo episódio ...sábias palavras e lindas imagens... com um beijo Pedro Pugliese
ResponderEliminarNo por Rasputín precisamente, pero hoy la caída de los Romanov tendría que servir de ejemplo a más de cuatro mesías en la sombra. ¿O quizás nos tratan de convencer con otros señuelos?
ResponderEliminarBesos, Amando.
Pues nada, Mabel, a releer como yo hago en la actualidad, aunque no me privo de ciertas lecturas que aparecen como por ensalmo.
ResponderEliminarBesos.
Cuánto me alegro de tener aficiones en común, así podremos “alimentarnos” mutuamente.
ResponderEliminarMe siento feliz por la acogida a mi incipiente blog.
Un cariñoso abrazo, sergio celle.
Hola, Juan Antonio: te respondes implícitamente a tus preguntas. Los oportunistas aparecen cuando la sociedad está debilitada y los que se dejan engatusar son acríticos, sumisos, frustrados…
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
La zarina, una madre histérica, el zar, un calzonazos, y él , un vivales al que la religión le proporcionó lo que quería. ¡Vade retro!
ResponderEliminarBesazos, Isabel.
Insano e insaciable fue este Rasputín, cuyo falso apellido ha pasado al vocabulario de muchos idiomas.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro.
ResponderEliminarPues las admiradoras parecen bastante feúchas... ¿será que las guapas no eran tan fáciles de convencer?
Un saludo
Hola, Mara: como la fotografía que he puesto de las admiradoras de Rasputín puede interpretarse erróneamente, me permito eliminarla. Por la entrepierna de este desaprensivo tuvieron que pasar solo las que quisieron, ¿no te parece?
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué personaje, Rasputín! Como bien dice María Isabel, costó una noche entera acabar con esta especie de santón. Los conspiradores lo intentaron con el veneno (supuestamente infalible), que nada hizo. Cuando ya estaba completamente borracho, la emprendieron a golpes y disparos sobre él, pero no había manera. Finalmente, al amanecer, lo arrojaron al Neva, no sin antes (cuenta la leyenda), cortarle el enorme miembro viril que se conservaría en El Museo del Erotismo en S. Petersburgo, tras haber sido adquirido a un anticuario francés que lo habría conservado en formol. Al parecer, el tamaño de su pene y el que pudiera detener la hemofilia del zarevicht cimentaron su leyenda.
ResponderEliminarUn gusto este blog.
Un abrazo.
Para mí que las hemorragias del niño no se contuvieron por milagro y que las leyendas cuenten lo que quieran.
ResponderEliminarUn beso, Salamandrágora.
Pues aqui tenemos a un Rasputin.Solo que es algo calvo pero siniestro tambien,Nuestro Rubalcaba es lo mas parecido al Rasputin ruso,un saludo,
ResponderEliminarPues Rasputín, fuera de las prebendas para él y sus amigos, no se "metía" en política, más bien en otro sitio, y era un autócrata sexual.
ResponderEliminarUn saludo, Agustín.
He pasado un provechoso rato poniendome al dia de tu blog y es como visitar un museo, igual de instructivo y placentero. Por cierto, no tengo ni idea de lo que son los "gallos" de la Cibeles. Un abrazo
ResponderEliminarOtro día te "lustraré" acerca de los gallos. Duerme tranquilo.
ResponderEliminarMuchos besos, Mariano.